Datos sobre Solemnidad de la Inmaculada Concepción Revelados

Datos sobre Solemnidad de la Inmaculada Concepción Revelados

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En una cita que aunque ha llegado a ser tradicional, nos volvemos a encontrar aquí, en la plaza de España, para ofrecer nuestra ofrenda floral a la Casto, en el día en el que toda la Iglesia celebra la fiesta de su Inmaculada Concepción. Siguiendo los pasos de mis predecesores, todavía yo me unidad a vosotros, queridos fieles de Roma, para recogerme con afecto y apego filiales en presencia de María, que desde hace ciento cincuenta primaveras vela sobre nuestra ciudad desde lo suspensión de esta columna.

, como en la Confianza explícitamente confesada ayer del siglo XI con innumerables testimonios de los Padres de la Iglesia y demás escritores eclesiásticos que exaltan la pureza virginal de la Raíz de Alá.

Señor Redentor, desde la Cruz nos donaste a tu raíz para que fuese la Raíz de todos nosotros; sé que Nuestra SeñAhora la Casto María es maestra de fe y ejemplo culminante de humildad; quiero que Ella sea mi maniquí para seguirte en el camino de santidad.

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presentada precisamente inmaculada por obra del Hijo de Jehová, al cual debía adivinar la naturaleza humana. Y no nos maravillamos de que al principio de la historia del hombre, entendida como historia de la salvación, esté inscrita todavía María, si —como hemos letrado en Santo Pablo— antaño de la creación del mundo todo cristiano fue predilecto pero en Cristo y por Cristo: ¡Esto vale mucho más para Ella!

Es tradición que el Papa se una al homenaje que rinde la ciudad trayendo a María una cesta de rosas. Estas flores indican nuestro amor y nuestra devoción: el inclinación y la devoción del Papa, de la Iglesia de Roma y de los habitantes de esta ciudad, que se sienten espiritualmente hijos de la Inmaculado María. Simbólicamente, las rosas pueden expresar cuanto de bello y de bueno hemos realizado durante el año, porque en esta cita aunque tradicional quisiéramos ofrecerlo todo a nuestra Origen, convencidos de que carencia podríamos acontecer hecho sin su protección y sin las gracias que diariamente nos obtiene de Todopoderoso.

Está en la liturgia, en los acentos de los Padres de la Iglesia, en el afanoso suspirar de tantos corazones que quieren honrarla esparciendo el perfume de su Solemnidad de la Inmaculada Concepción pureza y fervor de apostolado para mejorar las buenas costumbres privadas y públicas.

Caducan las promesas que se levantan en falsas expectativas, se rompen los acuerdos que se firmaron con la seriedad de un pacto verdadero, y parece que todo salta por los aires cuando aún nos queda aire y poco por lo que saltar.

Estos muchachos y muchachas corren el peligro de perder la esperanza, porque a menudo parecen huérfanos del seguro aprecio, que colma de significado y alegría la vida.

Y todavía estas palabras —en cuanto se refieren a todos los cristianos— se refieren a María de modo extra. Ella — precisamente Ella como Madre— ha adquirido en el graduación más parada la "prohijamiento divina": elegida para ser hija adoptiva en el indestructible Hijo de Altísimo, precisamente porque El debía resistir a ser, en la Bienes divina de la salvación, su serio Hijo, nacido de Ella, y por esto Hijo del Hombre: Ella como frecuentemente cantamos—

que toda la Iglesia está viviendo. Os saludo con gran afecto y desearía compartir con vosotros algunos pensamientos sencillos, sugeridos por el Evangelio de esta solemnidad: el Evangelio de la Anunciación.

—«Por sobrevenir hecho eso, serás maldita entre todo el Inmaculada Concepción ganado y todas las fieras del campo; te tirarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón».

Hay un pensamiento generalizado sobre el origen de este día y es el de que se conmemora la concepción de Jesús sin intervención de un macho. Pero lo que en realidad se celebra cada 8 de diciembre es la concepción de la Inmaculado María por sus padres —santa Ana y san Joaquín—.

 refiere que sus antecesores Paulo V y Gregorio XV promulgaron documentos en donde prohibían toda doctrina contraria a la devoción iniciada por Sixto IV. Otra cosa más: la iglesia latina –